Fuente: Diario Médico
- Directoras de Enfermería de Madrid debaten cómo evitar que el trabajo en Oncología derive en 'burnout'. Formar a las profesionales y fomentar un clima de confianza son claves.
Las vivencias emocionales en el servicio de Oncologíahacen a las enfermeras de este área un colectivo al que hay que prestar más atención para prevenir y abordar el burnouto desgaste profesional. La formación en comunicación y para tratar con estos pacientes y que las supervisoras promuevan un ambiente de confianza son algunas de las medidas que pueden ayudar a prevenir este problema. Así se ha comentado en la mesa redonda "Desgaste emocional: detección, prevención y solución para la enfermera oncológica", organizado por el Máster en Práctica Avanzada de Enfermería en Oncología de la Universidad de Navarra este miércoles en Madrid.
En el coloquio, moderado por Paz Ugalde, directora de Desarrollo de la Facultad de Enfermería de la UNAV, han participado cuatro directoras de Enfermería: Teresa Llácer, de la sede de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid; Esther Rey, del Hospital de La Paz; Beatriz Elena Martín, del Ramón y Cajal, y Andión Goñi, del Hospital 12 de Octubre.
Martín ha señalado que en una encuesta interna del Ramón y Cajal realizada tras la pandemia detectaron que un 43% de los enfermeros no volverían a escoger su profesión "y hay gente muy joven. Algo estamos haciendo mal o tenemos que mejorar". En ese sondeo, ha matizado, las enfermeras de Oncología no presentaron una tasa mayor de burnout, pero mostraba que, más que cuestiones laborales, pesaban en ellas la fatiga emocional y el cansancio por compasión. Y es que, según coincidieron las supervisoras invitadas, generalmente la ratio de pacientes por profesional es menor en Oncología precisamente por la carga de trabajo en comparación con otros servicios.
En opinión de Llácer, de la Clínica Universidad de Navarra, la enfermera oncológica "quizás está más expuesta porque tiene quetrabajar diariamente con la muerte, con pacientes muy complejos y con familias a las que les cuesta aceptar el proceso".
Martín ha señalado que es necesario mantener un equilibrio: ni que la enfermera normalice la situación como mecanismo de defensa ni que sobredimensione el sufrimiento ajeno: "En los extremos está el desgaste profesional". Como cada persona tiene unas habilidades, la universidad puede ser un entorno donde se refuercen habilidades como la asertividad, el manejo de emociones y la comunicación. Y es que "hay pacientes incurables, pero no hay ninguno que sea incuidable".
EL PAPEL DE LAS SUPERVISORAS
"Si hay un índice de mortalidad de un 15% en el servicio, eso equivale de media a una muerte cada dos días y medio, y esto es muy complicado no llevártelo a casa", ha observado Andión Goñi, del Hospital 12 de Octubre. Ella ha sido la primera en señalar que "el clima de las unidades depende en gran media de las supervisoras de Enfermería". De ahí su importancia a la hora de identificar los posibles signos de burnout y mostrarse dispuestas a recibir feedback del resto del equipo, dar palabras de ánimo, organizar sesiones para comentar casos, etc.
¿Puede ser un problema recurrir directamente a la supervisora si se detecta que hay un compañero en esta situación? "No es chivarse, es ayudar", recalca Llácer, que cree que la supervisora decidirá cómo actuar tanto en el caso de que se trate de un problema laboral como uno personal que esté repercutiendo en el ámbito profesional. Alternativamente, esta enfermera ha reivindicado el papel de las más veteranas, que pueden dar apoyo y consejo, y los expertos en psicooncología, que pueden atender a pacientes y profesionales.
Por otro lado, según Llácer, un factor que puede general un estrés adicional en las enfermeras es no entender determinadas decisiones que se toman, por lo que "es muy importante la comunicación entre enfermera y médico", ha defendido.
En ese sentido, por ejemplo, Rey ha explicado que en La Paz suelen hacer una sesión con el equipo cuando va a ingresar un pacientepara conocer su historia no solo desde el punto de vista clínica sino también la de su entorno familiar. Y es que sentirse parte del equipo con un apoyo permanente también "protege y da satisfacción por compasión" al resolver las necesidades de los enfermos y sus familiares.