Fuente: Diario Enfermero
El campo quirúrgico ha cambiado mucho a lo largo de los años. Con la creación del primer robot cirujano, “Arthrobot” en 1983, la sociedad empezó a comprender los beneficios de contar con una herramienta que pudiera realizar procedimientos quirúrgicos con la más avanzada tecnología disponible minimizando los riesgos, ayudando a la intervención humana y realizando procedimientos de forma más precisa y menos invasiva.
Con el paso de los años han ido apareciendo diferentes sistemas robóticos cuyo destino era la cirugía de precisión. Conocidos como Prodoc, Robodoc, AESOP, Zeus o Da Vinci, estos recursos se han ido empleando para lograr mayor precisión quirúrgica. De todos ellos, el Da Vinci es el más utilizado en la actualidad. Su aprobación se produjo en el año 2000 y en el 2006 se incorporaba por primera vez a la actividad asistencial de hospitales públicos españoles en el Clínico San Carlos de Madrid, superando las limitaciones propias de la cirugía abierta y laparoscópica y potenciando las labores del equipo quirúrgico.
Si bien su uso se asocia a la vanguardia asistencial, no hay que olvidar que el robot Da Vinci no es autónomo y requiere a cada paso de una intervención humana y toma de decisiones y actuación de un equipo profesional. Por ello, como es obvio y al contrario de lo que muchos amantes de la tecnología puedan pensar, su presencia nunca sustituirá la capacidad de actuación humana, y su uso siempre va a estar ligado a optimizar el rango de actuación de los profesionales presentes en un quirófano. Entre estos, destaca la presencia enfermera, un colectivo imprescindible en la cirugía robótica, pues lideran el proceso de principio a fin. Nuria Palmero, enfermera de quirófano del Hospital Gregorio Marañón de Madrid abre las puertas del box 27 para mostrar el liderazgo enfermero en una cirugía especial, diferente e insustituible.
Una responsabilidad sin precedentes
Concentrada en las próximas cuatro horas de intervención que le espera, Nuria Palmero explica paso a paso el rol enfermero en una nefrectomía parcial derecha, una intervención donde el robot Da Vinci y el equipo multidisciplinar que participa son uno. “La implicación que tiene el personal de enfermería en esta intervención es importante. Cuando llega el cirujano lo tenemos todo preparado para su uso, pero además, no podemos tener ningún problema a la hora de tener instrumentos o aparataje”, explica la enfermera.
El primer paso es comprobar el parte quirúrgico y conocer al cirujano que llevará a cabo la operación ese día. “Cada uno tiene unos criterios diferentes a la hora de utilizar unas ópticas de 0 o 30 grados según su ruta de aprendizaje. Vemos que tenemos los instrumentos necesarios para todas las intervenciones, hablamos con esterilización para comprobar dónde están los instrumentos que puedan ubicarse en la central, y vemos que tenemos la posibilidad de sustituir algún elemento que esté caducado en su uso”, sigue.
Ubicados en el corazón del quirófano, vemos cómo las enfermeras se encargan de ponerlo todo a punto para comenzar la cirugía. Acompañados de ese frío característico de los quirófanos, Nuria presenta los elementos principales del famoso Da Vinci, compuesto por tres principales. El carro del paciente, que integra los cuatro brazos que sostiene el instrumental con el que se interviene al paciente. Uno de ellos porta la cámara que transmite hasta la consola del cirujano las imágenes de la región que se va a intervenir, aquí “el personal de enfermería trabaja en la zona estéril, próxima al carro del paciente y a la mesa de operaciones intercambiando instrumentos y endoscopios según se precise”, explican desde la Clínica Universidad de Navarra. Otro elemento es la consola del cirujano, el centro de control del equipo y desde donde se realiza la intervención. “su diseño imita la alineación natural del ojo, mano e instrumental de la cirugía abierta, optimizando la coordinación de manos y pies. La visión en tres dimensiones, con profundidad de campo y una óptica de hasta 12 aumentos es muy superior a la de la laparoscopia, aporta mayor precisión y la ergonomía del sistema ofrece al cirujano la misma destreza de movimientos que en la cirugía abierta”, sigue uno de los especialistas de la CUN en uno de sus artículos. Por último, el Da Vinci está formado por un carro de visión, que integra el equipo de procesamiento de imágenes.
Esta operación que explica al detalle Nuria se trata de una tumorectomía del riñón derecho, una cirugía en la que las enfermeras deben prever diferentes situaciones de riesgo. “Es una cirugía en la que hay que prever que vaya a haber un sangrado dependiendo del tipo de tumor que veamos y el acceso al mismo. La ventaja del Da Vinci es que se todo en tres dimensiones, luego la capacidad visual del cirujano es como si lo viera a cielo abierto. Nosotros preparamos todo lo básico para la cirugía, pero también debemos tener la cintura suficiente para prever que pueda haber un sangrado, que haya que cambiar de técnica y poner otros trócares o reconvertir cualquier tipo de cirugía o proceso”, añade la enfermera de quirófano.
Profesionalidad de principio a fin
Conociendo los elementos que componen el Da Vinci y teniendo en cuenta las posibles complicaciones que puede traer consigo una cirugía de este tipo, el personal de enfermería trabaja en el corazón de este robot. “El cuore es el corazón del Da Vinci, es el que manda sobre los brazos del robot y manda la información a las consolas donde trabajan los médicos. Una vez colocado el robot que, en este caso, entra por la espalda del paciente, ubicamos el cuore y antes también la mesa quirúrgica, que cuenta con una característica especial y es que se combina con el robot. Una vez puestos los trócares de los puertos de entrada de los brazos del Da Vinci, se empareja la mesa con el robot, de manera que accidentalmente no podamos mover la mesa porque sería un problema importante, puesto que el paciente a través de los puertos está conectado al robot, que es inamovible”.
Las enfermeras conectan todo el aparataje del corazón del robot, y posteriormente, la enfermera instrumentista se encarga de la esterilización de los brazos del mismo. “Para poder enfundar los brazos del Da Vinci para que estén estériles durante la intervención ponemos la opción de despliegue para enfundado y el robot se coloca para ello de tal forma que no contamine con el resto del equipo”, sigue la enfermera en el proceso. Tras colocar el Da Vinci en la posición oportuna y con el paciente ya en la camilla y el resto del equipo multidisciplinar preparado para la intervención, la labor enfermera continúa su andadura en la intervención preparando la mesa quirúrgica y ayudando en la intubación del paciente. Sus funciones no terminan aquí, pues cuando da comienzo la intervención se encuentran dando soporte en el material, son la mano derecha de los cirujanos y se encuentran alerta de cualquier incidencia que se pueda producir, contando con la capacidad de actuar y resolver cualquier problemática.
Formación
El rol de las enfermeras en las cirugías es el de la circulante e instrumentista. Sin embargo, la cirugía robótica implica un grado de entrenamiento, formación y conocimientos que no cualquiera tiene. El manejo de estas tecnologías supone un reto de aprendizaje no solo por las técnicas y los procesos, sino también por la complejidad de los recursos a emplear. Por eso, el grado de formación de todo el equipo debe ser constante.
En este sentido, las enfermeras tienen una ligera ventaja. Cuentan con un carácter innato, implícito en todas ellas, que las hace estar ávidas de aprender nuevas técnicas, procesos y tecnologías. Las enfermeras del presente y del futuro son profesionales que investigan, que conocen el manejo de nuevas técnicas, que saben usar las nuevas tecnologías y dónde se pueden aplicar para una mejor atención al paciente. Todas ellas han logrado subirse al carro de la revolución tecnológica en el ámbito sanitario. No sin esfuerzo y una constante dedicación, siguen formándose cada día para mejorar la atención al paciente.
“El Hospital Gregorio Marañón ha sido siempre pionero en la cirugía laparoscópica. Los enfermeros de quirófano estamos entrenado en este tipo de cirugías a cielo abierto. Pero la tecnología Da Vinci implica tener una formación especial que nunca termina, pues cada vez vamos introduciendo nuevas técnicas quirúrgicas a los procesos. Por ejemplo, en los quirófanos de urología empezamos con prostatectomía radicales y ahora ya estamos con tumorectomías parciales de riñón, pero ya hemos hecho una cistectomía con un studer. Cada vez que implantamos una nueva técnica, lo primero que hacemos es equipo con los cirujanos, les preguntamos los instrumentos nuevos que van a necesitar por si hay algún problema de acoplamiento al robot, o qué fungible especial necesitamos. Además, nos encargamos de escribir el protocolo, para que, en caso de que no estemos los enfermeros presentes en la especialidad, los compañeros tengan accesibilidad a ver qué es lo que hay que preparar en la intervención, porque hay que tener siempre presente que esta cirugía no es sustituible, y lo que hace falta para el Da Vinci, solo puede usarse en el Da Vinci”, analiza Palmero.
Todo el equipo multidisciplinar debe trabajar al unísono, entre ellos y con el robot, que es un miembro más del mismo. Tanto enfermeras como médicos, cirujanos, instrumentistas, anestesistas y auxiliares, entre otros miembros del equipo, deben tener un entrenamiento y formación constante. En este plano, la enfermera también es líder, pues se encarga de impartir los cursos y formaciones previas. “Para entrar aquí hemos tenido un curso previo y una formación con un enfermero que enseña el Da Vinci a todo el mundo, incluidos cirujanos. Tras ese curso, lo que hacemos es formación de formadores, es decir, a medida que se incorpora personal nuevo somos nosotras quienes realizamos las clases y formaciones al equipo”.
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