La depresión es un trastorno emocional que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. Y va a más. En el Día Mundial de Lucha contra la depresión charlamos con Paz Rico Sainz de la Maza, enfermera especialista en salud mental y, desde 2021, supervisora de enfermería del área de psiquiatría del CHUF. Sensibilizar, orientar y prevenir a la población sobre esta enfermedad es el objetivo de una fecha como la del 13 de enero. “La salud mental lo abarca todo”, dice Paz. “Es el estado de bienestar físico, psíquico y mental.”
Bajo la supervisión de Paz trabajan 25 profesionales entre enfermeras y auxiliares. “Tenemos menos especialistas en salud mental de las que nos gustarían. Estamos buscando por todas partes. Ferrol tiene el problema de su localización geográfica, ya que estamos un poco apartados. No es una ubicación fácil para que la gente venga a trabajar aquí. De todas formas, en las unidades de salud mental hay enfermeras especialistas, en el programa de atención a domicilio, en prevención de suicidio, en agudos y en el hospital de día, también.”
Paz empezó a trabajar en salud mental en 1989 en el San Juan de Dios de Madrid. Cuatro años después ya trabajaba en Santiago, en la unidad de hospitalización del Provincial. Desde 2016 trabaja en Ferrol. “Menos en infanto-juvenil, he pasado por todos los servicios.”
-Cómo se detecta la depresión? ¿Cuáles son los síntomas más habituales?
Toda persona que tiene una depresión presenta síntomas como una tristeza profunda que le quita las ganas de hacer cualquier tipo de actividad, le impide desarrollar la vida con normalidad, le quita el interés por hacer cosas. Otros síntomas son falta de apetito, pérdida de la calidad del sueño, enlentecimiento mental, aumento de la dificultad por mantener la concentración y la atención… A veces aparece la rumiación, darle vueltas a un problema que en otro momento determinado sería fácil de solucionar. Hay un sentimiento asimismo de fátiga, de cansancio. Aparece la anhedonia, se pierde el interés por disfrutar. La depresión tiene muchos síntomas asociados al diagnóstico.
-¿Se suelen dar todos síntomas a la vez?
No. Fundamentalmente va a depender de la vivencia de la persona, de lo incapacitante que sea su proceso de vivencia de estos síntomas. Hay gente que está depresiva, pero con resortes personales que le permiten seguir adelante. Otros no son capaces de vencer esas barreras. No es necesario que aparezcan muchos síntomas. La pérdida de ánimo, de satisfacción y la fatiga ya pueden ser suficientes para poder diagnosticar. En Enfermería, yo siempre digo que tenemos la suerte de que no tenemos que diagnosticar, sino que nos centramos en cómo ayudar al paciente a superar las dificultades que tiene en su día a día.
-¿Cómo lucha la enfermería contra la depresión?
Cuando un paciente llega a una unidad de salud mental, en un centro de salud o aquí en la unidad de agudos porque necesita un ingreso, la primera persona que se encuentra es una enfermera. La primera puerta que abra va a ser la de enfermería. Lo va a historiar, a entrevistar y, según la capacidad que haya tenido la enfermera para empatizar con el paciente, lo dirigirá a la consulta del psiquiatra o del psicólogo, sin agobios, sin miedo y sin angustia. Con los pacientes diagnosticados con un trastorno ansioso depresivo, las enfermeras trabajamos mucho la resolución de problemas. ¿Qué te pasa? ¿Qué has hecho? ¿Cómo? ¿En qué momento? ¿Cómo lo podemos arreglar? Funcionamos mucho con los talleres de relajación para combatir la ansiedad que muchas veces acompaña a la depresión. Trabajamos la adherencia y explicamos la razón de tomar ciertos medicamentos. Y también la motivación para el cambio. Las pastillas nos ayudan, son unos bastones para empezar a caminar, pero los pasos los da el paciente. Trabajamos esa necesidad de cambio, pero sin presiones añadidas. Los guiamos en el camino del cambio.
-¿Qué importancia le dais a la adherencia y a la relación terapéutica?
Es básica. En cualquier dispositivo de salud mental a veces no se puede hablar con el médico porque llevan las consultas muy ajustadas. Pero la enfermera siempre está disponible. Los momentos malos se solucionan llamando a la enfermera. El consejo de salud lo da la enfermera. Somos las profesionales más accesibles para los pacientes. La calidez y la inmediatez son características propias de nuestra profesión.
-¿Cómo gestionáis la relación con otros profesionales de la salud como psicólogos y psiquiatras?
Depende mucho del servicio. En un hospital de día, el equipo es fundamental. En agudos es distinto. Enfermería trabaja mucho la adherencia, la identificación y la conciencia por parte del paciente de su problema de salud. Les marcamos mucho las rutinas y las necesidades en consenso con los demás profesionales. Hay casos de enfermos compartidos que llevan la enfermera, el psicólogo y el psiquiatra.
-¿Qué se ha conseguido con la especialidad de enfermería en salud mental?
Nos cuesta trabajo que se identifique claramente la importancia del trabajo de enfermera especialista en salud mental. Por ejemplo, en el caso de las comadronas se da todo muy hecho. A nosotras nos ha costado más. Trabajar con pacientes en contención cero o que tengamos que trabajar siempre con una entrevista motivacional ha cambiado mucho la visión de la enfermería de salud mental. Pero todavía estamos en el proceso de cambio. Hay camino por recorrer. La salud mental va a ir a más.
-Es uno de los grandes desafíos del sistema sanitario. ¿Qué necesitan las profesionales para abordar este reto?
Aumentar los ratios de profesionales y abrirnos a la sociedad, que haya, por ejemplo, enfermeras de salud mental en los centros escolares. A lo mejor, el sistema no se puede permitir tener psiquiatras o psicólogos en los colegios, pero ¿por qué no enfermeras? También en los centros de salud, no solo en las unidades de salud mental. Trabajar con las emociones significa trabajar con el bienestar y la sensación de bienestar va a ayudar a una persona a llevar mejor un proceso difícil o complicado de salud física.
Cada vez se habla más de la salud mental, el aumento de la demanda es alto. No estamos acostumbrados a tener ni dolor, ni pena. Cada vez nos cuesta más soportar la pena. No queremos sufrir. La enfermera ayuda en los procesos de identificación. La atención de calidad requiere tiempo y mucha dedicación. En un momento de demanda alta, los tiempos de una terapia se acortan. Vivimos bajo mucha presión. Por eso la figura de la enfermera es relevante.