También hay enfermeras en los centros de atención a personas con discapacidad, también allí son esenciales y también allí hacen falta. En su afán de dar a conocer su trabajo y de animar a futuras enfermeras a que exploren esta vía laboral, charlamos con María José Blacno Novoa. María José es la enfermera coordinadora del Centro de Atención a Personas con Discapacidad de A Coruña. Llegó al CAPD hace poco más de tres años y medio, después de estar siempre en geriatría, y considera un gran acierto esta elección, "es un trabajo muy reconfortante y necesario".
Aunque lleves poco tiempo, seguro que ya tienes mucha experiencia. ¿Podrías describirnos brevemente el tipo de centro en el que trabajas y cuáles son los principales objetivos de este centro?
Este es un centro público que pertenece a la Consellería de Política Social e Igualdade. Atendemos a 85 personas, de las cuales 84 tienen plaza fija, y tenemos una plaza de estancia temporal para ofrecer descanso a los cuidadores de personas con discapacidad, similar a lo que se hace con personas mayores. Además, contamos con un centro de día al que acuden 15 personas y prestamos servicios al colegio de educación especial María Mariño.
¿Qué tipo de usuarios atienden en el centro?
Los usuarios deben tener un diagnóstico de discapacidad intelectual y un grado de dependencia mínimo de nivel dos. Además, deben ser mayores de edad y, en teoría, hasta 65 años. Sin embargo, muchos se quedan aquí toda su vida, ya que una vez integrados, no se les deriva a otros centros.
¿Cuáles son las necesidades más comunes de los usuarios del centro?
Los usuarios del centro son personas con un alto grado de dependencia. A nivel sanitario, atendemos a muchos pacientes con epilepsia, retrasos mentales y dificultades de comunicación. Además, ofrecemos atención integral para las actividades básicas de la vida diaria, como fisioterapia y diversas terapias. Nuestro objetivo es que los usuarios lleven una vida lo más parecida posible a la que tendrían en un hogar, participando en actividades diarias, salidas y excursiones.
También proporcionamos educación y ofrecemos talleres en diferentes áreas, incluyendo informática y nuevas tecnologías, para mantenerlos activos y fomentar su desarrollo. Buscamos brindarles la mayor calidad de vida posible, asegurándonos de que reciban todo tipo de ayuda y atención necesaria. En resumen, este centro es su hogar y nos esforzamos por hacer que se sientan como en casa y disfruten de una vida plena.
¿Cuál es el trabajo específico que realiza una enfermera en un centro como este?
El trabajo de una enfermera en un centro con estas personas es una combinación de atención primaria y hospitalaria. Aunque los usuarios tienen asignado un centro de salud y un médico de atención primaria, el médico principal que los atiende es siempre el del centro. Nosotras, las enfermeras, aplicamos los tratamientos indicados y proporcionamos todos los cuidados necesarios.
Nos encargamos de atender heridas, aunque no suelen ser graves, ya que en su día a día pueden sufrir caídas y lesiones en la piel. También gestionamos reacciones alérgicas y dermatitis que pueden surgir por los tratamientos que reciben. Realizamos analíticas, tramitamos consultas externas con especialistas y atendemos emergencias que puedan surgir.
Una tendencia reciente en centros como el nuestro y en residencias de mayores es minimizar las derivaciones al hospital, ya que los cambios de rutina y de entorno pueden desequilibrar y deteriorar significativamente a los pacientes, especialmente a los discapacitados. Por ello, intentamos proporcionar toda la atención posible en el centro.
Colaboramos con servicios de hospitalización a domicilio para administrar tratamientos intravenosos cuando es necesario. No contamos con equipos para pruebas diagnósticas urgentes, por lo que, en casos de caídas graves o traumatismos que requieran TAC o radiografías, los pacientes deben ser derivados al hospital. Sin embargo, nuestra prioridad es brindar la mayor cantidad de atención dentro del centro.
Comentabas que son 84-85 usuarios. ¿Cuántas enfermeras sois y cómo os organizáis?
Somos nueve enfermeras. Ocho están en turnos de mañana, tarde y noche, y yo realizo funciones más administrativas, aunque también hago analíticas y otras tareas de lunes a viernes por la mañana. Mis compañeras hacen turnos como en un hospital: de 8:00 a 15:00, de 15:00 a 22:00 y de 22:00 a 8:00.
¿Qué problemas encontráis al atender a personas con discapacidad que al mismo tiempo son mayores de 65 años?
Estas personas se vuelven más dependientes de forma prematura. A los 60 años, ya presentan necesidades de una persona mayor, con movilidad reducida y problemas asociados a su discapacidad intelectual. La mayoría utilizan sillas de ruedas o andadores, y están muy medicados para controlar crisis epilépticas y problemas de conducta, lo que acelera su deterioro.
¿Cómo evalúas el impacto de vuestro trabajo en la calidad de vida de los usuarios?
Nuestro trabajo tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los usuarios. Aunque pasan mucho tiempo con cuidadoras y educadores, nosotros, como enfermeras, siempre estamos atentos a sus necesidades. Dado que muchos usuarios no pueden comunicar sus dolores o molestias, debemos ser muy observadores e intuitivos. Constantemente estamos pendientes de su estado para identificar posibles infecciones, fiebres u otros problemas de salud. Trabajamos las 24 horas del día para cubrir las necesidades que ellos no pueden expresar, asegurándonos de proporcionarles los cuidados necesarios para mejorar su bienestar.
Durante tu formación como enfermera, ¿recibiste formación específica para atender a personas con discapacidad?
La verdad es que no, y es algo que echo de menos, especialmente ahora que trabajo aquí. Te das cuenta de que hay aspectos cruciales en la atención a personas con discapacidad que no se cubren en la formación. Conocemos las patologías de manera superficial, pero falta formación en atención directa: cómo tratarlos, cómo empatizar con ellos y cómo comunicarnos efectivamente.
Por ejemplo, realizar una analítica, que es un procedimiento básico, puede ser muy complicado. Ellos pueden tener miedo y no entender lo que les vas a hacer. Estas situaciones requieren habilidades que van más allá del conocimiento, como técnicas de comunicación y psicología. Esas habilidades son esenciales y siento que deberían haber sido parte de nuestra formación.
¿Qué crees que se podría mejorar en la formación de enfermeras?
Creo que sería beneficioso incluir un rotatorio de prácticas en centros como el nuestro. Esto permitiría a los estudiantes conocer esta realidad y adquirir experiencia práctica. Sería útil tener una asignatura específica sobre discapacidad, ya que actualmente no existe. Además, sería importante formar a las enfermeras en cómo tratar y empatizar con estos pacientes.
Este centro solía ser un lugar para educación especial hasta los 18 años, pero debido a las necesidades cambiantes de la sociedad, se transformó en un centro para adultos. Aquí no encajan dentro de pediatría porque ya no son niños, ni en geriatría porque no son pacientes geriátricos por edad, aunque sus necesidades pueden ser similares. Además, tratamos con muchos pacientes con patologías psiquiátricas, pero la psiquiatría en enfermería ya es una especialidad muy específica. A pesar de esto, contamos con la colaboración de psiquiatras que nos visitan mensualmente y también estamos en contacto telemático para consultas y ajustes de tratamiento.
Es crucial que los estudiantes puedan ver y manejar situaciones reales aquí, como la administración de grandes cantidades de medicación y la atención a crisis epilépticas, que quizás nunca hayan visto durante su formación. Esto les daría una visión más completa y práctica de lo que implica trabajar con esta población.
Está claro que no es un trabajo fácil y que requiere vocación. ¿Qué es lo que más te satisface de tu trabajo?
Lo más gratificante es la atención directa con los usuarios. Ver cómo logras una sonrisa y cómo demandan cariño es muy reconfortante. Ellos demandan cariño y, con el tiempo, nos convertimos en su familia. Aunque hay momentos difíciles, como cuando se ponen nerviosos o lloran durante una analítica, esas experiencias se compensan con los momentos en que te llaman amiga o te piden un beso.
Estos pacientes son como niños en cuerpos de adultos, y poder conectar con ellos a nivel emocional, recibir sus sonrisas y muestras de afecto, es lo que hace que este trabajo sea tan especial y gratificante para mí.
¿Qué recomendaciones o mensajes le darías a las enfermeras que estén considerando trabajar en este sector?
Les animaría a conocer este ámbito. A veces es desconocido y puede dar miedo, pero una vez aquí, descubres un mundo muy gratificante. Incluso yo, que venía de geriatría, al principio dudaba sobre cómo sería trabajar aquí. Me preguntaba si sería capaz de adaptarme, dada la falta de formación específica. Sin embargo, una vez llegas aquí, te das cuenta de que es otro mundo, y es un mundo muy bonito.
Invitaría a las enfermeras a que vengan a conocer el centro, a ver nuestras instalaciones y cómo trabajamos. Una ventaja de trabajar aquí es que llegas a conocer bien a los pacientes. Aunque tenemos estancias temporales, la mayoría son pacientes a los que haces un seguimiento continuo, como en atención primaria. Conoces su evolución y su historia, lo que te permite detectar rápidamente cualquier cambio o nueva patología. Esto no solo mejora tu capacidad de cuidado, sino que también te ayuda a crecer profesionalmente.
Es un trabajo difícil, pero muy reconfortante y necesario.
Muchas gracias, María José, por esta entrevista y por vuestro trabajo. ¿Hay algo más que quieras añadir?
Me gustaría resaltar que somos un centro público y que hay listas de contratación de la Xunta. Necesitamos personal y creo que es un problema grave en la enfermería en general. Este ámbito es muy desconocido, pero estamos aquí y necesitamos más gente que se anime a probar. Los que prueban suelen estar contentos. Personalmente, estoy encantada de haber hecho este cambio. A veces, necesitamos cambios laborales, y si estás empezando, esto es algo nuevo y una opción más que está ahí. Hay que abrirse a probarlo todo.
Es un cambio, pero también una oportunidad de crecimiento profesional.