"Cada sonrisa que logramos es un paso hacia la recuperación", Sofía Hidalgo en el Día Internacional de la Enfermería de Salud Mental

Mónica Martínez
Comunicación Colegio de Enfermería de A Coruña
 

En el Día Internacional de la Enfermería de Salud Mental, hablamos con una de las enfermeras del nuevo hospital de día infanto-juvenil de A Coruña. Sofía Hidalgo nos cuenta cómo su labor diaria va mucho más allá de lo clínico, ayudando a los jóvenes a reencontrarse con la esperanza y la alegría en su camino hacia la recuperación.

¿Cuál es el papel específico de las enfermeras en el nuevo hospital de día de salud mental infanto-juvenil, y cómo contribuyen a la recuperación de los pacientes jóvenes?

Las enfermeras de salud mental (ESM) desempeñamos un papel esencial en el hospital de día de salud mental infanto-juvenil con presencia a lo largo de todo el proceso terapéutico. Somos uno de los nexos que conecta a los pacientes, sus familias y el equipo interdisciplinar, asegurando continudad en la asistencia. Nuestro papel va más allá de la administración de cuidados; creamos un entorno seguro y de confianza, fundamental para que los pacientes jóvenes se sientan comprendidos y apoyados durante su proceso de recuperación.

La cercanía y el contacto diario que mantenemos con los pacientes nos permiten detectar cambios sutiles en su estado emocional y conductual, lo que es crucial para la intervención temprana y la adaptación continua del plan de tratamiento individualizado. Además, nuestras habilidades de comunicación y empatía son clave para facilitar la adherencia al tratamiento, tanto por parte de los pacientes como de sus familias. Esto es clave para crear una buena alianza terapéutica.

Además, participamos activamente en el diseño y ejecución de planes de tratamiento individualizados dese una visión holística, adaptados a las necesidades específicas de cada paciente, lo que facilita su recuperación. Intervenimos en terapias grupales e individuales, trabajando en estrecha colaboración con psicólogos clínicos, psiquiatras, trabajadores sociales y otros profesionales de la salud mental para asegurar un enfoque interdisciplinar que aborde todas las dimensiones del bienestar de los pacientes. A través de la observación continua y la intervención temprana, ayudamos a prevenir crisis y a promover la estabilidad emocional y recuperación del paciente.

En resumen, las ESM no solo contribuimos a la recuperación de los pacientes jóvenes, sino que también actuamos como defensoras de su bienestar, impulsando un enfoque de atención integral, compasivo y centrado en la persona.

Si bien es cierto que la ESM tiene un papel fundamental en hospital de día, no debemos olvidar que este dispositivo se basa en el trabajo interdisciplinar de todo el equipo y todos nosotros funcionamos como los engranajes de una máquina.

El centro lleva poco tiempo en funcionamiento. ¿Cómo ha sido la experiencia de comenzar a trabajar en este nuevo espacio?

Comenzar a trabajar en este nuevo hospital de día ha sido una experiencia desafiante pero muy gratificante. Al ser una unidad nueva, hemos tenido que construir desde cero no solo los protocolos y rutinas de trabajo, sino también el propio ambiente terapéutico. Esto nos ha permitido ser creativos y flexibles, adaptándonos a las necesidades específicas de nuestros pacientes y del entorno. Ha requerido un esfuerzo extra en cuanto a la coordinación y la formación continua, pero también nos ha dado la oportunidad de innovar y de implementar prácticas basadas en la evidencia.

¿Podrías describir en qué consiste una jornada típica para una enfermera en este hospital de día? ¿Qué tipo de intervenciones y terapias se llevan a cabo diariamente?

La jornada consiste en no parar un minuto. Muchas veces me gustaría poder dividirnos en dos para atender a todo el mundo a la vez. Una jornada típica empieza con una reunión de equipo a las 8:00h donde se discuten los casos de los pacientes, se revisan los planes de tratamiento individualizados y se establecen las prioridades del día.

Después de la reunión, de 9:00h a 14:30h comienza la atención directa a los pacientes. A lo largo de la jornada, las ESM realizamos una variedad de tareas, incluyendo la evaluación del estado emocional y físico de los pacientes, la administración de medicación, y la participación en actividades terapéuticas grupales e individuales.

Realizamos pruebas complementarias como análisis de sangre o monitorización de parámetros vitales para asegurarnos de que el estado físico de los pacientes está en línea con su tratamiento. De hecho, actualmente está puesto en marcha un programa de prevención de síndrome metabólico. También participamos activamente en grupos terapéuticos donde se abordan temas como la gestión de emociones, habilidades sociales, y técnicas de afrontamiento. Llevamos a cabo, junto a otros miembros del equipo, un grupo de padres donde favorecemos la ventilación emocional familiar.

También realizamos consultas individuales con los pacientes, donde trabajamos en temas específicos que necesitan atención personalizada, y nos coordinamos estrechamente con las familias para asegurarnos de que el entorno familiar apoye la recuperación del paciente.

Una parte importante de nuestra jornada incluye la coordinación y supervisión del comedor terapéutico, donde aprovechamos el momento de la comida para trabajar aspectos relacionados con la conducta alimentaria y las interacciones sociales. En la misma línea, trabajamos junto a la psicóloga clínica en un grupo enfocado en imagen corporal y autoestima.

Cuando uno de nuestros pacientes se hospitaliza o acude al servicio de urgencias, realizamos visitas para mantener la continuidad de cuidados. Lo mismo hacemos cuando un paciente ingresado cumple criterios para hospital de día… realizamos visitas durante la hospitalización para ir favoreciendo la vinculación.
Esta combinación de intervenciones permite que las ESM estemos en constante contacto con los pacientes, lo que nos da una visión integral de su evolución y nos permite ajustar los cuidados en tiempo real para apoyar su recuperación de manera efectiva.

¿Cómo influye la intervención temprana en salud mental durante la infancia y la adolescencia en la evolución y recuperación de los pacientes a largo plazo?

La intervención temprana en salud mental es crucial para la evolución y recuperación de los pacientes a largo plazo. Detectar y tratar los problemas de salud mental en las primeras etapas de la vida permite abordar las dificultades antes de que se cronifiquen o agraven, lo que mejora significativamente el pronóstico. Una intervención temprana puede ayudar a los jóvenes a desarrollar habilidades de afrontamiento, a mejorar sus relaciones sociales, y a aumentar su autoestima y resiliencia, lo que tiene un impacto positivo en su vida adulta.

Además, la intervención temprana puede prevenir el desarrollo de comorbilidades, reducir la necesidad de tratamientos más intensivos en el futuro, y minimizar el impacto negativo en el rendimiento académico y la vida social. En resumen, cuanto antes se intervenga, mayor será la posibilidad de que los pacientes alcancen una recuperación plena y se integren de manera saludable en la sociedad.

Trabajar con pacientes jóvenes en el ámbito de la salud mental puede ser complejo. ¿Cuáles son los principales retos en este nuevo entorno asistencial?

Uno de los principales retos en este entorno asistencial es la variabilidad de los trastornos y las necesidades individuales de los pacientes jóvenes. Cada niño y adolescente es único, y sus necesidades pueden cambiar rápidamente, lo que requiere que las ESM y el equipo interdisciplinario sean altamente flexibles y estén preparados para adaptar los planes de tratamiento sobre la marcha.

Otro desafío significativo es la ausencia de un profesor especializado en pedagogía terapéutica en el hospital de día. Esta falta complica enormemente la continuidad educativa de los adolescentes, ya que se ven obligados a elegir entre asistir al instituto o venir al hospital de día para recibir tratamiento. Esta situación provoca una desconexión del entorno escolar, lo que puede afectar negativamente su desarrollo académico y social. Además, algunos adolescentes rechazan acudir al hospital de día porque valoran mucho sus estudios y temen quedarse atrás, lo que genera un conflicto adicional en su proceso de recuperación.

Otro reto importante es el trabajo con las familias, ya que la dinámica familiar juega un papel crucial en la recuperación del paciente. Es fundamental involucrar a los padres y cuidadores en el proceso terapéutico, lo cual a veces puede ser complicado debido a la falta de comprensión, estigmas o resistencia al tratamiento.

Además, el estigma asociado a la salud mental sigue siendo una barrera significativa. Los pacientes jóvenes y sus familias pueden sentir vergüenza o miedo al ser etiquetados, lo que puede dificultar su disposición a participar plenamente en el tratamiento.

La salud mental sigue siendo un tema estigmatizado en la sociedad. ¿Qué estrategias se están implementando en el hospital de día para normalizar el tratamiento de la salud mental en niños y adolescentes, y fomentar una actitud positiva hacia estos cuidados?

En el hospital de día, estamos implementando diversas estrategias para combatir el estigma y promover una actitud positiva hacia la salud mental. Una de las principales acciones es la educación y la sensibilización tanto de los pacientes como de sus familias. A través de talleres educativos y grupos de padres, trabajamos para desmitificar los trastornos mentales y normalizar el hecho de buscar ayuda.

También fomentamos un ambiente inclusivo y de apoyo donde los pacientes se sientan valorados y respetados, lo que les permite abrirse y participar activamente en su tratamiento. Utilizamos técnicas de refuerzo positivo y celebramos los logros y avances de los pacientes, por pequeños que sean, para fortalecer su autoestima y motivación.

Aunque desde Hospital de Día no vamos, por ahora, a las escuelas, sí mantenemos una coordinación constante con los tutores y orientadores de los centros educativos. Estas coordinaciones nos permiten asegurar que los niños y adolescentes reciban un apoyo coherente en su entorno escolar y que sus necesidades específicas sean comprendidas y atendidas. En realidad, estas coordinaciones se realizan con todos los círculos que influyen en la vida del menor.

Dado que el hospital de día es un dispositivo intermedio entre la hospitalización completa y las consultas externas, ¿cómo se asegura una continuidad de la atención y una integración efectiva de los pacientes en su vida diaria?

Para asegurar la continuidad de la atención y la integración efectiva de los pacientes en su vida diaria, trabajamos en estrecha colaboración con otros dispositivos y servicios, como las consultas externas, los centros educativos y las redes de apoyo social. Establecemos planes de alta personalizados que incluyen un seguimiento riguroso y una coordinación continua con los servicios comunitarios.

Además, las ESM y el equipo interdisciplinar realizamos revisiones periódicas de los planes de tratamiento individualizados para adaptarlos a las necesidades cambiantes de los pacientes. También involucramos a las familias y los cuidadores en el proceso de transición, proporcionándoles las herramientas y el apoyo necesario para continuar con el cuidado en casa.

La comunicación constante y fluida entre todos los actores involucrados es clave para que los pacientes puedan reintegrarse de manera efectiva en su entorno habitual, minimizando el riesgo de recaídas y fomentando su autonomía y bienestar a largo plazo. Como parte del proceso terapéutico promovemos una transición gradual a la atención ambulatoria. Nos coordinamos estrechamente con todos los profesionales de la USMIJ/USM implicados.


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