Valentina Fernández, coordinadora de trasplantes del CHUAC: "Las enfermeras de coordinación somos las profesionales de referencia para donante y receptor"

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A Coruña, jueves 17 de febrero de 2022.- El Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña fue el sexto hospital que más trasplantes realizó en el año 2021, solo por detrás de otros de la talla del Clínic o el Vall D’Hebrón, ambos en Barcelona. El CHUAC llevó a cabo 224 trasplantes y el que más el valenciano La Fe, con 323. “No hay tanta diferencia si tenemos en cuenta que las áreas de población que cubren estos hospitales son mucho mayores”, explica Valentina Fernández López, enfermera coordinadora de trasplantes del hospital herculino. De esas más de 200 intervenciones, 21 fueron trasplantes renales de donantes vivos.

Desde que una persona decide donar un riñón a un familiar, pareja o amigo cercano y hasta el momento de la intervención hay una serie de pasos que se deben seguir. Es lo que en la coordinación de trasplantes denominan estudio. Durante un período de entre 2 y 3 meses, donante y receptor deben pasar por una valoración psicológica, el comité de ética debe evaluar la situación, se debe hacer la cesión del órgano en el juzgado y, por supuesto, múltiples pruebas y analíticas con los especialistas de Urología, Nefrología, Anestesia, Inmunología… Un proceso complejo y dinámico que requiere de múltiples visitas de la pareja (donante y receptor) al hospital antes de la operación. valentina fernandez chuac

El pasado martes se ponía en marcha la consulta integrada para los pacientes de trasplante renal de donante vivo, que facilitará el proceso al aglutinar en el mismo día el máximo número de consultas que la pareja necesite, ya que algunas se desplazan desde fuera del área sanitaria. De hecho, el 38% de los receptores de trasplante renal de donante vivo son del área sanitaria de A Coruña, pero el resto pertenecen a otros puntos de la comunidad: un 20% del Complexo Hospitalario Universitario de Vigo, un 9% del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense o un 8% del hospital Montecelo de Pontevedra.

Para la oficina de coordinación de trasplantes, el cambio no residirá tanto en esto sino en el espacio donde atienden a los pacientes: “Nuestra dinámica de trabajo ya funcionaba en esta línea: intentábamos que cuando viniera el paciente a la consulta tuviese cita concertada con el mayor número de especialistas. El gran cambio es que nos permite verlos en el mismo espacio físico, sin que ellos tengan que desplazarse por el hospital, a veces no lo conocen, y que van a poder ver, por lo menos, a sus tres especialistas principales (nefrólogo, urólogo y consulta de enfermería) en el mismo día”, nos explica Valentina Fernández.

¿Cuál es su función como coordinadora de trasplante renal de donante vivo?

Mi trabajo consiste en coordinar el estudio del trasplante y de la donación y que todo esté listo para que se pueda realizar la intervención. También somos las encargadas de gestionar las citas de los pacientes con los especialistas, como el nefrólogo o el urólogo y, en consecuencia, de programar las fechas en que se va a realizar el trasplante. 

Además, las enfermeras de coordinación somos sus profesionales de referencia: parte de nuestro trabajo también consiste en estar disponibles para la pareja (donante y receptor) en cualquier momento; tienen un número al que pueden llamarnos si tienen cualquier tipo de duda acerca del proceso. Y como nos conocen, porque siempre somos las mismas personas, Lupe y yo, se crea un vínculo que facilita poder solucionar sus dudas. 

Es un proceso complejo, por la cantidad de citas y pruebas que hay que realizar. 

¿De ahí la importancia de las consultas integradas, para que el proceso sea más fácil y cómodo?

Así es, aunque realmente nosotras ya estábamos trabajando en esa línea sin formar parte de las consultas integradas. El gran cambio es que nos permite verlos en el mismo espacio físico sin que tengan que desplazarse por el hospital, con el que no siempre están familiarizados. En estas consultas integradas van a tener a sus tres especialistas principales: nefrólogo, urólogo y enfermería. 

Su labor empieza en el momento en que el proceso de donación se pone en marcha, ¿también se encargan del seguimiento una vez realizado el trasplante?

El trabajo de la enfermería que trabaja específicamente en coordinación termina una vez se realiza el trasplante, pero la figura de la enfermera es imprescindible para estos pacientes en todas las unidades por las que van a pasar. Está la enfermería de quirófano que está presente en la intervención quirúrgica, las enfermeras de Reanimación, encargadas de dar los cuidados a receptor y donante en el postoperatorio inmediato, las enfermeras de las consultas postrasplante y pretrasplante… Cada servicio tiene unas funciones a la hora de cuidar a receptor y donante.

En la consulta de donante vivo nos encargamos del período de estudio de donante y receptor hasta que se produce el trasplante.

¿En qué consiste el estudio que llevan a cabo con cada pareja?

Por una parte está el estudio clínico, fisiológicos. Se realiza un estudio completo del donante para comprobar que puede donar su riñón: hacemos analíticas, pruebas de radiología, una larga lista de pruebas para asegurarnos de que el hecho de prescindir de un riñón no les suponga un problema de salud posterior.

Por otra parte, existe una valoración psicológica y del comité de ética. La finalidad es garantizar que el donante está correctamente informado acerca del proceso, que conoce las repercusiones que puede suponer en su vida social y laboral y, por supuesto, en su estado de salud. También debemos que asegurarnos de que la decisión se toma de manera libre, altruista, que no existe ningún tipo de condicionante económico o presión familiar.

Después de todo esto nosotras somos además las encargadas de coordinar y gestionar la cesión final del órgano en el juzgado.

¿Cuánto tiempo se necesita para realizar estos estudios?

Depende del tipo de análisis que tengamos que hacer, en algunos casos se alargan más porque necesitamos realizar estudios genéticos. Pero, en general, en el plazo de dos o tres meses se podría hacer el trasplante.

¿Cómo se aborda el estudio psicológico?  ¿Los donantes suelen mostrarse seguros o también hay dudas?

Las entrevistas a las parejas siempre las hacemos por separado, y una de las cuestiones que se le explica al donante es que puede interrumpir el proceso en cualquier momento; a esta persona se le garantiza una cobertura frente al receptor. Esto significa que, si en un momento determinado decide volverse atrás, podemos alegar algún problema médico que impida seguir con el proceso. Si esto sucede es importante que se haga cuánto antes porque cuando el trasplante está a punto de realizarse es más difícil poner una “excusa”. Siempre les digo que esto es como el preparativo de una boda: puedes dejar a tu pareja en cualquier momento, pero no la dejes plantada en el altar.

El estudio psicológico, como los demás, es fundamental. En una ocasión nos encontramos con que una mujer que iba a donarle un riñón a su marido confesó que la maltrataba. Era un claro caso de coacción, ella no estaba tomando la decisión libremente; su marido llegó a casa y le dijo “Me tienes que donar un riñón”. Ella tenía miedo a echarse atrás y nosotros no podemos permitir que esa mujer done su riñón. En este contexto no puedes decirle a él la verdad, se busca una cobertura que no deje a la donante expuesta.

¿Los donantes de este tipo de trasplantes suelen ser familiares? 

No se admitiría una persona que viene con un donante que no tiene ningún tipo de vínculo porque no podemos garantizar que no exista algún tipo de presión o gratificación. Pero no tienen porqué ser necesariamente familia, con tener algún tipo de relación estrecha es suficiente: amigos, compañeros de trabajo, etc. Hemos tenido incluso ex parejas con hijos comunes que mantenían una buena relación, y no ha habido ningún problema, si bien es cierto que dependiendo de cuál sea la relación donante-receptor existe más carga emocional, como es el caso de hijos a padres.

¿Cuál es el perfil de pareja que más se repite?

Entre 2003 y 2021 los trasplantes renales de donante vivo más habituales fueron de mujeres a sus maridos, con un total de 98. Después estarían las donaciones entre hermanos/as (68), de madre a hijo/a (66) y de marido a mujer (53). Pero nos encontramos con toda clase de parejas en estos años: primos, tíos y sobrinos, suegros y yernos, amigos, etc.

Y estudiamos parejas de todas las edades. De padres a hijos hay pocos trasplantes porque si el hijo es muy joven, imagínate, 20 años, y le quiere donar un riñón a su padre de 50, preferimos otras opciones, pero de entrada no descartamos ninguna posibilidad.

Que donante y receptor pertenezcan a diferentes grupos sanguíneos ya no se considera una incompatibilidad. ¿Cómo se consigue esto?

Gracias a la desensibilización. Si tenemos a un donante tipo 0 y a un receptor tipo B, a priori no se podría hacer el trasplante, pero existe la posibilidad de desensibilizar al receptor frente al grupo sanguíneo tipo 0. Este tratamiento es parecido a la diálisis pero en lugar de eliminar sustancias tóxicas acaba con los anticuerpos frente a un grupo sanguíneo determinado. Se va haciendo una medición de los anticuerpos y en el momento del trasplante no existen: se trasplanta el riñón y éste va a funcionar correctamente.

También se dan incompatibilidades por HLA -antígenos leucocitarios humanos, proteínas que ayudan al sistema inmunitario del cuerpo a diferenciar entre sus propias células y sustancias extrañas y dañinas-, cuando a nivel inmunológico el receptor tiene anticuerpos frente al donante. En este caso también se practicaría la desensibilización.

Y cuando esta técnica no es efectiva, tenemos otra opción, que es el programa nacional de donación cruzada. Aquí figuran todas las características inmunológicas y grupos sanguíneos de estas parejas, que pueden ingresar por cualquiera de las incompatibilidades. Se valoran entonces posibles cruces con otras parejas.

¿Como intercambio de parejas?

Exacto. Puede que yo no sea compatible contigo, pero que haya un receptor en el País Vasco cuyo donante sí lo es, y el receptor de esa pareja es compatible conmigo. Si están de acuerdo, se procede al trasplante. Hemos hecho 7 trasplantes renales cruzados, pero hemos tenido parejas más amplias: una persona de aquí dona su riñón a un receptor de País Vasco, el órgano del donante de País Vasco es para un receptor de Cataluña y el receptor de A Coruña recibe el órgano del donante de Cataluña. Tres parejas que en principio no podrían trasplantarse de donante vivo pueden hacerlo de esta forma.

En este momento, ¿cuántas parejas tenéis en estudio?

Nueve parejas, que están en diferentes fases del proceso, y dos ya finalizadas que  podemos preparar para trasplantar.

Cuando el nefrólogo valora que un paciente necesita un riñón de forma urgente, ¿se pone sobre la mesa la opción del trasplante renal de donante vivo?

Los trasplantes renales no suelen ser urgentes, porque tienen siempre la opción, mientras están en la lista de espera, de diálisis. Hay casos que pueden ser preferentes porque están en una situación más compleja, por ejemplo, sin accesos vasculares para poder hacer diálisis. 

En el momento en que el nefrólogo considera que un paciente va a necesitar un riñón en algún momento, se le ofrecen las opciones que existen: hemodiálisis, diálisis peritoneal, trasplante de cadáver y trasplante renal de donante vivo.

Para el trasplante de cadáver es necesario haber entrado previamente en diálisis, mientras que en el trasplante de vivo no: si tu tienes un donante compatible te podemos trasplantar. 

¿Saben al 100% si ese riñón va a funcionar correctamente una vez esté en el cuerpo del receptor?

Lo que está claro es que los resultados de trasplantes con donante vivo son mejores que los de donante cadáver porque el órgano que se trasplanta al receptor es de una persona viva y sana. Los riñones de los trasplantes de cadáver también son excelentes, pero los donantes fallecen por algún motivo. Además, en estos casos, se trata de intervenciones de urgencia, ya que en cuanto sabemos que hay un órgano disponible tenemos que seleccionar un receptor y hacemos el trasplante, no podemos esperar.

¿Cuáles son los grandes avances que se han dado en los últimos años en torno a la intervención que requiere este tipo de extracción?

Antes para extraer un riñón a un donante había que hacerle una nefrectomía abierta. Es decir, había que hacer una incisión más invasiva, a veces incluso tardaba más en recuperarse donante que receptor, siendo una persona sana. Desde hace ya unos años solo se hace nefrectomía laparoscópica: se hacen unas pequeñas incisiones en el abdomen para introducir los instrumentos necesarios y después se hace una incisión en la fosa ilíaca derecha o izquierda, en función del riñón que se extraiga, y el cirujano introduce su mano para retirar el órgano. 

En algunos hospitales se realiza nefrectomía laparoscópica por vía vaginal en las mujeres multíparas. Y la última incorporación es la utilización de la robótica tanto para la extracción como para el implante. Desde hace unos meses tenemos el robot Da Vinci en el CHUAC y aunque en este momento se está empleando para otro tipo de intervenciones, estas se irán ampliando y veremos nefrectomías y trasplantes con cirugía robótica.

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