Los antibióticos hay que usarlos siguiendo las indicaciones del profesional que nos los ha prescrito. Así de sencillo. ¿Por qué lo complicamos tanto? En el día europeo del uso prudente de los antibióticos, la enfermera Paula Souto nos recuerda que "si la prescripción no existe, en ningún caso podremos iniciar un tratamiento antibiótico por nuestra cuenta, tampoco interrumpirlo, cumplir la prescripción a medias o más tiempo del debido. Parece muy evidente, pero en la práctica diaria nos encontramos verdaderas barbaridades en el uso de estos fármacos. Es importante que ante cualquier duda el paciente acuda al sistema sanitario."
Los antibióticos hay que usarlos siguiendo las indicaciones del profesional que nos los ha prescrito. Así de sencillo. ¿Por qué lo complicamos tanto? En el día europeo del uso prudente de los antibióticos, la enfermera Paula Souto nos recuerda que "si la prescripción no existe, en ningún caso podremos iniciar un tratamiento antibiótico por nuestra cuenta, tampoco interrumpirlo, cumplir la prescripción a medias o más tiempo del debido. Parece muy evidente, pero en la práctica diaria nos encontramos verdaderas barbaridades en el uso de estos fármacos. Es importante que ante cualquier duda el paciente acuda al sistema sanitario."
Paula, enfermera de atención primaria en el área sanitaria de A Coruña, es otra voz de alerta más que se alza contra el mal uso de los antibióticos y la poca presencia de la enfermería en la implantación de programas de concienciación.
-¿Qué estamos haciendo mal y por qué?
Los avances en salud han sido muchos en poco tiempo. En la historia reciente vemos como numerosos fármacos han llegado y realmente han mejorado la calidad de vida. Esta asociación hace que a veces la población piense que una pastilla puede hacerlo todo por nosotros, dejando de lado aspectos fundamentales como los hábitos saludables o la prevención y promoción de la salud. Y nada más lejos de la realidad. Debemos de saber que en ciertos casos sí, pero que, en otros, como puede ser un catarro simple, no está indicado ni resulta beneficioso. El fácil acceso a la información en estos momentos hace que la población maneje conceptos avanzados con falta de conocimientos básicos, por ejemplo, la no distinción entre virus y bacterias, y la asociación de los primeros al uso de antibioterapia. También los profesionales debemos de fomentar el uso responsable. Por ejemplo, tener presente principios básicos como que ante una úlcera en la que existan bacterias no siempre será necesario el uso de antibioterapia.
-¿Por qué aumenta la resistencia a los antibióticos?
La resistencia a los antimicrobianos es algo natural que se produce progresivamente. Sin embargo, el mal uso de los antibióticos produce que esta se acelere. Si estamos presentando continuamente los fármacos a ciertas bacterias, éstas se adaptan y mutan buscando la supervivencia, se hacen más fuertes y no sucumben ante ellos. Esto afecta al propio individuo y a las poblaciones enteras, pues la bacteria se propaga en su forma más poderosa. Las infecciones se vuelven más difíciles de tratar e incluso algunas de ellas que ahora vemos como “banales” y responden a un tratamiento sencillo podrían llegar a ser un gran problema.
-¿Cuáles son las principales consecuencias del aumento de la resistencia de determinadas bacterias?
Leía no hace mucho que, de seguir en este ritmo frenético de aumento de las resistencias a antibióticos, las muertes por estas podrían superar a las producidas por cáncer y accidentes de tráfico conjuntamente. Creo que es un ejemplo bastante gráfico de lo que puede suponer en pocos años. Además, puede hacer que avances que estamos viviendo hoy en día en el campo de la cirugía como los trasplantes de órganos supongan un riesgo imposible de asumir si existen resistencias a antibióticos.
-¿Qué se está haciendo en la sanidad española para combatir este problema de salud pública y qué resultados está obteniendo esa estrategia?
A nivel mundial son muchos los estudios que alertan sobre la gravedad del tema, y estas investigaciones afortunadamente fundamentan los diversos planes que ya han tenido efectos positivos y han conseguido disminuir el uso desmesurado de antibioterapia en todos los ámbitos. A nivel español se crea el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN). Dentro de él está el Plan Estratégico 2022-2024 que establece objetivos de trabajo desde una perspectiva “One Health”. Este término hace referencia a una única salud entendida como algo multisectorial interconectado entre las personas, animales, plantas y el entorno en el que se desarrollan. Tiene varias líneas estratégicas desde la vigilancia, la prevención, el control, la investigación… tanto de la salud humana como animal. Dentro del PRAN están los Programas para la Optimización del Uso de Antibióticos (PROA), que también trabajan para ello. De lo anterior salen campañas de visibilización o información para pacientes como la disponible en la Escuela Gallega de Salud Para Ciudadanos en la que, entre otras cosas, se apoya el contenido con infografías sobre el uso adecuado de medicamentos o su correcto reciclaje.
-¿De qué forma se cuenta con la enfermería en esa estrategia?
Creo que, al igual que pasa en el resto del ámbito de la investigación, los profesionales de enfermería deberían de tener más presencia. Como ya hemos comentado, está claro que un problema de tales dimensiones tiene que ser abordado con un enfoque multisectorial y multidisciplinar en el que, en mi opinión, tenemos mucho que aportar. La presencia en programas como PROA todavía no es muy numerosa.
-¿Qué función desempeña el profesional enfermero en la prevención de la resistencia antimicrobiana?
En general, creo que las características innatas de la profesión son vitales en este tema: estamos en contacto directo con los pacientes, somos un colectivo muy numeroso y tenemos la posibilidad de conectar al paciente con distintos profesionales y niveles asistenciales. Profundizando ya en las resistencias, estamos presentes en el momento previo, durante y a posteriori de la infección, somos en muchos casos las que administramos los antibióticos en los hospitales, tomamos las muestras de los cultivos o seguimos la evolución de la infección siendo claves en la adherencia al tratamiento. En nuestras competencias encontramos herramientas para poder actuar en las líneas estratégicas como es promover la vacunación frente a patógenos de alta virulencia y multirresistencia o cumplimiento de medidas de prevención y control en el ámbito sanitario.
Se hace hincapié en la sensibilización de la población, y es aquí dónde no puedo dejar de mencionar a la enfermería familiar y comunitaria. Esta especialidad hace consulta individual con pacientes crónicos candidatos a desarrollar múltiples resistencias y en los que es de vital importancia fomentar una buena adherencia al tratamiento. Pero es que, además, es especialista en la promoción de la salud a todos los niveles, entre los que se incluye la comunidad. Dentro de las competencias de ésta está el tercer nivel de acción comunitaria, donde se debe fomentar un vínculo con el territorio en el que se trabaja, conocer sus puntos fuertes y sus necesidades. Así podremos ejercer educación para la salud ya no sólo en el centro sanitario, sino en los espacios significativos de la comunidad como son los centros cívicos, educativos, asociaciones de vecinos... de manera pertinente e individualizada a las características de cada población. Es evidente que no serán las mismas en el ámbito urbano o rural, en zonas más empobrecidas o en otras con más poder adquisitivo. Con esto me refiero a que, estableciendo vínculos con los activos en salud y trabajando juntos en los barrios, empoderar a la población y lograr la alfabetización en salud es más fácil, siendo el correcto uso de los medicamentos (especialmente de los antibióticos) un punto básico. Es muy importante lograr que esto se contemple en las agendas de los profesionales de los centros de salud, que no sea algo voluntario y que la formación que recibimos pueda ser puesta en práctica, pues es una pena que tras formarnos en este campo, por motivos de contratación, acabemos en espacios en los que no podamos ejercerla.
-¿Cómo se forman las enfermeras para combatir la resistencia a los antibióticos?
A lo largo de nuestra carrera universitaria es un tema que está presente de manera transversal: el lavado de manos, la inmunización, la farmacología, la vigilancia de las enfermedades, la investigación, etc. Además, es un contenido en el que en formación continuada también tenemos la oportunidad de actualizarnos. Concretamente, en la residencia de Enfermería Familiar y Comunitaria, recibimos formación específica en esta materia: rotamos por servicios de prevención, salud pública y también en materia de promoción de la salud, trabajamos con la comunidad y vemos el efecto positivo que esto tiene. Sin embargo, me preocupa que aspectos básicos para la sensibilización en los que nos formamos y creemos (como es el trabajo fuera del centro de salud) precisan ir acompañados de estabilidad laboral. Esto hará posible llevar a cabo intervenciones de educación para la salud no sólo puntuales, sino que acompañen a la comunidad a lo largo de su vida, pero que, en estos momentos, se ven obstaculizadas por la realidad laboral.
-¿La sociedad es consciente del grave problema de salud pública que se está originando?
Todos sabemos la tasa de mortalidad y la disminución de años y calidad de vida que tiene el cáncer pero, y a pesar de estar informando a la población continuamente, no llegamos a ser conscientes de que la resistencia a los antibióticos puede superar estas cifras en relativamente poco tiempo. Se siguen escuchando entre la población afirmaciones del tipo "Si tienes catarro, ve al médico a que te ponga un antibiótico", "Tengo una herida, necesito antibiótico", "Me tomé el antibiótico de la otra vez de forma preventiva que me fue bien” “Ya me pasó, paré de tomarlo y lo guardé para otra vez”.