Isabel Caulonga, enfermera de coordinación de trasplantes: "Trabajamos en concienciación social hasta conseguir que desaparezca la negativa familiar"

 
A lo largo de 42 años de actividad en Galicia más de 9.500 gallegos salvaron sus vidas tras un trasplante, la mayoría, 4.951, gracias a la donación de un riñón. Detrás de esta excelencia están la solidadridad y generosidad de los donantes y un programa nacional cohesioando, liderado por la Organización Nacional de Trasplantes, y que funciona por la excelencia profesional de nuestros sanitarios.
 
Isabel Caulonga es una de las profesionales que trabajan en la coordinación de donación y trasplantes, en su caso la de la Área Sanitaria de Santiago y Barbanza. Terminó enfermería en la Universidad de Santiago en 1989. Como mucha gente de su promoción se fue a Las Palmas de Gran Canaria ante la falta de trabajo en Galicia. "Cogí la plaza en el Sergas en el año 2000 y, tras un breve paso por la planta de cardiología, comencé en la UCI en marzo del 2002". En esta Unidad contactó con el mundo de la donación y el trasplante. "Era algo de lo que había oído hablar, pero no conocía bien. Me pareció que se hacía una labor muy difícil y al mismo tiempo muy importante para los pacientes en lista de espera para trasplante. A finales del año 2016, quedó vacante el puesto de la enfermera en la Coordinación y, cuando la responsable del programa me propuso sustituirla, no me lo pensé mucho. Es un trabajo diferente al que se pueda realizar en otras Unidades. Hice una serie de cursos organizados en otros hospitales de España sobre diferentes fases de la donación y el trasplante, cursos sobre comunicación en situaciones críticas, pero sobre todo aprendí sobre el terreno de la mano y la paciencia de la responsable de la Coordinación de Trasplantes de Santiago, la doctora Carmen Rivero. Al principio, el tiempo que tenía de dedicación era muy poco y el aprendizaje fue lento. En estos momentos, tengo más tiempo para dedicarle al programa, pero creo que es insuficiente".
 
-Aunque imagino que un día no es igual al anterior, ¿cómo es vuestra jornada en la unidad?
 

Habitualmente, en la Coordinación de Trasplantes trabajamos un médico y una enfermera. Lo ideal sería que la jornada del personal de enfermería fuese estable, pero, en el momento actual, la realidad es que realizo mi labor a tiempo parcial, combinando unos días en la oficina de Coordinación con otros en la UCI como enfermera asistencial. Mi trabajo consiste, básicamente, en labores de ayuda a la coordinación médica en todo el proceso. Detección, valoración, apoyo a las familias, organización de la logística necesaria para la donación, preparación de la documentación que acompaña a las órganos que se envían fuera y organización del transporte si es por carretera; organización del envío de los tejidos donados al banco de tejidos; organización de la logística de los trasplantes que se realicen en nuestro centro. 

Además, todo debe quedar registrado y bien documentado para garantizar la trazabilidad de los órganos y tejidos donados. Se imparten cursos para residentes, enfermeras y auxiliares del hospital. Cada vez que se implementa un programa nuevo, se organizan charlas con los servicios implicados. También se apoya a la Coordinación Autonómica dando charlas en los colegios... Y muchas más cosas que sería muy largo de enumerar; en definitiva hay mucho trabajo y variado en la oficina de la Coordinación.

-¿Cuántas enfermeras trabajan en esa Unidad?

Actualmente soy la única enfermera que trabaja en la Coordinación. Considero que sería necesaria una mayor presencia de personal de enfermería de modo que siempre hubiera, al menos, una enfermera en la oficina. Creo que podemos llevar a cabo una labor importante dentro del proceso donación-trasplante.

-¿Que es lo que más tensión genera en el proceso de coordinación?

El momento más delicado para los coordinadores es la entrevista a la familia del posible donante. No resulta fácil realizar la solicitud de donación en un momento tan doloroso para una familia que acaba de perder a un ser querido. Nuestra labor no se limita a realizar la solicitud, sino también a acompañarles y ayudarles durante todo el proceso.

-¿Cuál es el momento más satisfactorio?

El momento más satisfactorio es cuando sabes que los órganos ya están trasplantados y todo salió bien. Es muy satisfactorio también cuando, un tiempo después, llamamos a las familias para informar de cómo ha ido el proceso y nos comentan que se sienten reconfortados con la idea de haber podido ayudar a otras personas y que el hecho de haber dicho sí a la donación les ha ayudado en el proceso del duelo.

-A 31 de diciembre, según la Consellería, había 216 gallegos esperando un trasplante, mínimo histórico. ¿A qué crees que obedece este dato?

En los últimos años, además de los donantes que fallecen en situación de muerte encefálica, cada vez son más numerosas las donaciones tras fallecer por parada cardiaca. Es este aumento de la donación en asistolia lo que considero que ha contribuido a la disminución del número de pacientes que esperan por un trasplante. 

-Con los niveles de excelencia que alcanza en España el trabajo de los profesionales que se dedican a los trasplantes, ¿cuál es el siguiente reto?

Nuestro objetivo fundamental es poder ofrecer la posibilidad de la donación a todos los pacientes que puedan serlo. Una asignatura pendiente que tenemos es ofrecer la posibilidad de ser donantes a pacientes que sufren enfermedades degenerativas, que saben que van a morir y que desearían ser donantes llegado el momento. Tenemos que tratar de informales acerca de la donación con tiempo para que pueden incorporar esta posibilidad dentro de sus plantes de final de vida. Por otro lado, seguimos necesitando trabajar en concienciación social hasta conseguir que desaparezca la negativa familiar.

-Precisamente, también cae la tasa de negativas familiares, que en Galicia está en el 15 %, tres puntos menos que la media de España. ¿Cómo es el trabajo con las familias para conseguir un dato tan destacado?

Creo que para disminuir las tasas de negativa familiar lo importante es hacer divulgación y promoción dentro de los colegios e institutos, concienciando a los jóvenes de que todos podemos estar en ambos lados del proceso y que el trasplante es el único tratamiento posible para los pacientes que están en lista de espera.

-¿A qué se deben las negativas que aún se producen?
 
En algunos casos el propio paciente había manifestado en vida que no quería ser donante. Lo que ocurre en bastantes ocasiones es que la familia no conoce la voluntad del fallecido y en ese caso se ven obligados a decidir en un momento de gran tensión emocional. Cuando no nos autoriza la familia, suelen alegar con mayor frecuencia dudas sobre la integridad del cuerpo y en núcleos poblacionales pequeños, problemas con el "qué dirán".
 

-Además de las interacciones con los donantes, también cuidáis de los recpetores. ¿Cuáles son las principales tareas clínicas enfermeras con estos pacientes?

Mi contacto con los receptores es fundamentalmente como enfermera asistencial, ya que los trasplantados hepáticos pasan el post-operatorio inmediato en la UCI. Dentro de la Coordinación, también tengo contacto con los receptores de riñón de donante vivo, durante y después del proceso de donación. Uno de los trasplantes que más recuerdo, es precisamente, uno de este proceso. Un chico le donó un riñón a su hermano cuando éste anteriormente ya le había donado médula ósea varios años antes. Me pareció una historia muy emotiva.

-¿Cómo cambió la sociedad y el propio sistema sanitario desde que traballas en esa Unidad?

Llevo relativamente poco tiempo en la Coordinación, comencé a finales del 2016. El mayor cambio se produjo a raíz del COVID. Con la pandemia se tensionó y se puso a prueba tanto a la sociedad como al sistema sanitario y hemos sido capaces de recuperarnos.


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